MIS PASEOS FUNERARIOS propone principalmente una visita por pequeños cementerios, pero también por grandes necrópolis. La idea, es dar a conocer todos los que he visitado y compartir mis paseos con los que disfrutan recorriendo los cementerios ya sea por un interés histórico, monumental, cultural o por simple curiosidad. También iré publicando entradas relacionadas con temas funerarios como: epitafios, poemas, pensamientos, recordatorios, esculturas, pinturas.... y todas las fotografías que me hayan hecho llegar mis amigos, siempre y cuando sean fotografiadas personalmente. No habrá ninguna imagen de cementerios bajada de internet, todas serán originales y así daré a entender que una visita a los cementerios y sus tumbas es una manera peculiar de viajar, de conocer la cultura y de recordar a los difuntos eternamente.
Pero mejor que llegar a la vida eterna por tus obras, es conseguirla por no morirte.



13 de septiembre de 2016

CEMENTERIO NUEVO DE GUADALIX DE LA SIERRA (PROV. DE MADRID)

Tal como os anuncié en la entrada anterior dedicada al cementerio viejo de Guadalix de la Sierra, hoy paso a publicar mi visita al cementerio nuevo de la misma localidad. Visité en primer lugar el cementerio nuevo pues se encuentra antes de llegar a Guadalix según se viene por carretera desde de El Vellón, que es una localidad muy próxima. Al cementerio de El Vellón, es de suponer, que también le dedicaré un espacio en próximas entradas.

El día era soleado y caluroso como corresponde al mes de agosto. A mí -ya lo sabéis- me gusta más hacer mis visitas a los cementerios cuando hay un clima más adecuado con la circunstancia fúnebre, como podría ser, por ejemplo, una mañana de cielo cubierto, gris y lluviosa, pero yo me adapto a todos los climas que encuentro en los cementerios que visito.

En el mismo recinto está el tanatorio y el cementerio. Todo es nuevo y moderno. La avenida que me lleva a él es ancha y con mucho espacio para el aparcamiento de los coches. Es una zona nueva, todo es de nueva construcción, parece que está todo muy bien equipado. Mi primer pensamiento es entrar por el tanatorio, pero está cerrado. No hay nadie. Ni por dentro ni por fuera se ve a nadie. Tampoco veo ningún coche aparcado. Doy una vuelta hacia el lateral derecho para ver si encuentro una puerta que me lleve directamente al cementerio, pero no hay ninguna. Me dirijo hacia al otro lado; al pasar otra vez por delante de la puerta de entrada del tanatorio, insisto en querer abrirla otra vez. Si antes estaba cerrada, ahora, como es natural, lo sigue estando. Decido ir hacia la parte izquierda, y, al fin, encuentro la puerta. Está cerrada pero sin llave y puedo entrar. Pienso que todo el cementerio estará a mi disposición y me siento feliz. Hoy he estado en el cementerio de El Vellón y luego visitaré el cementerio viejo de Guadalix (ver entrada anterior).
Tres cementerios visitados en un día! Un domingo perfecto, lleno de paz, soledad y silencio. ¡Qué hermosura de domingo!


                                                            Entrada principal

Nada más entrar, me voy dando cuenta que aquí hay exceso de espacio. Lo veo todo muy grande y despejado. Todo es nuevo y parece que esté casi sin estrenar. Todo está en orden y bien dispuesto. Me acompaña únicamente la soledad y el silencio. No necesito a nadie más!

Pero en la absoluta soledad en que creo que me encuentro, noto que alguna cosa se mueve detrás mío. Noto como unos pasos que se acercan. Oigo una voz que me da el alto. Me giro y veo a un hombre que no sé de dónde ha salido. Lleva puesto un uniforme de color verde. Muy serio lo veo y pienso que me va a echar. Me pregunta que hago aquí, yo solo, un domingo de agosto a las 13'22. Me lo miro de arriba abajo, no tiene aspecto de ser funcionario del cementerio, pero lleva cara de malas pulgas. Es del Punto Verde de recogida de residuos y escombros que hay justo al lado del cementerio. Creo que debe de tener órdenes de vigilar si entra algún intruso -como yo- al cementerio. Le comento que mi intención es hacer unas fotografías y tomar unas notas del cementerio y nada más. Me mira extrañado, como si estuviera delante de un loco. Le digo que estaré poco rato, que no se preocupe por mí, que sé convivir en paz con los muertos. Mueve la cabeza y guarda silencio. Le intento explicar que escribiré una entrada sobre este cementerio en un blog que yo mismo administro y que se titula Mis paseos funerarios. Y que si es de su interés, lo podrá ver cuando esté publicada. 
-NO PIENSO VER NADA!! me contesta alzando la voz. 
Me lo miro. Me mira. Los dos en silencio, impasibles. Doy un paso hacia atrás y me giro dando la sensación de que estoy dispuesto a empezar mi paseo por el cementerio pese a todo. 
-¡Cierre la puerta al salir! me dice resignado mientras se aleja...

Los contactos personales que he tenido -y que estoy segurísimo seguiré teniendo- como el que me acaba de ocurrir ahora, no deben asociarse con las personas tan agradables y con actitudes positivas que en muchísimas veces me he encontrado.
No sé, pero ¿tan extraño sigue siendo para algunos, que uno quiera pasear por un cementerio a la hora del aperitivo dominical?


Es tan espacioso que me veo como un punto minúsculo que se mueve dentro de este cementerio. He imaginado, muchas veces, que paseaba por recintos así, amplios, silenciosos, abiertos de par en par. Y en mis pensamientos, iba trazando el itinerario que me inventaba, los  primeros pasos que daba, la visión rápida de las cosas que me iba encontrado. Igual que ahora hago. Pero tengo la sensación, que aquí, no he llegado paso a paso siguiendo el camino previsto, pues esta primera recta por la que empiezo a andar no me da la sensación que esperaba y, pienso, que he caído aquí, como caían los protagonistas de la serie El túnel del tiempo. Y me siento extraño.


Estas escaleras son amplias, sucesivas, un poco irregulares, pero me gusta que el cementerio tenga diferentes niveles. Voy pensando, mientras subo, que desde la parte más alta gozaré de una visión más amplia del cementerio y sus alrededores. Pero ahora, solo puedo ver -y no me canso de verla- la extensión de la soledad, de esa soledad silenciosa e infinita que a mí, me parece un pequeño -o gran- lujo.


Veo un panorama extraordinario desde las alturas. Un panorama que puedo ver, ahora, y desde aquí. Y también ser visto, por supuesto, pero pienso que mañana, aunque no me habré marchado del todo (nunca dejo de estar en los cementerios que estoy) ya seré invisible. Invisible en esta amplia soledad.


Espacios grandes y confortables. La distancia que lo separa de la población, con estos cipreses que lo rodean, le da un cierto aspecto de oasis. Pero yo no busco escenarios en contacto con la naturaleza. Si había decidido venir a este cementerio era porque esperaba encontrar -por nuevo y moderno que fuera- un típico cementerio castellano, más familiar, más personal, más íntimo. En una palabra, que lo notara y sintiera al caminarlo y pisarlo.


Estas tumbas están en un emplazamiento afortunado, sí. Al fondo, está Guadalix, pero quizá (y es mi parecer, sin ningún valor, por supuesto) al estar el cementerio tan separado de la población, da la sensación de estar en tierra de nadie. ¡Qué manía de apartarlos tanto!
Y las novedades siguen siendo muy pocas. No hay nada que me emocione. Por no ver, no he visto ni una triste y pálida mariposa que intentase poner un poco de color. Todo me está pareciendo muy frío.


Apoyado en una tumba (no veo ningún banco en donde se pueda sentar el personal, pero tampoco me importa, pues yo no soy ahora personal que se quiera sentar) veo y pienso muchas cosas. Veo y pienso cómo les ha pasado la vida de rápido. Toda una vida trabajando, luchando sin desmayo, para ahora encontrarse solos en las afueras de Guadalix. Tanto esfuerzo y éste es el resultado. ¿A qué más aspiramos aún?


Tengo anotado (y no sé de dónde lo he sacado) que este cementerio fue inaugurado el 26 de abril de 2007. Es de suponer, que estaría diseñado y construido por un buen arquitecto. Seguramente, por un buen y prestigioso profesional, no tengo la menor duda. Pero lo diseñó sin ninguna sensibilidad, aunque en este plano cambiara un poco las formas. Yo pienso que no está dotado de rincones o espacios emotivos. O yo no he sabido encontrarlos...



Un poco más allá, en un rinconcito, -quizá para compensar- construyó un pequeño grupo de nichos. Están aún casi todos vacíos, pero me figuro que cuando estén bien ocupados, tendremos aquí este pequeño rincón más emotivo.


Largos silencios en esta recta del cementerio aún sin ocupar. La paso rápido mirando a derecha e izquierda. Soy el único ser en movimiento en una extensión infinita y vacía. Al ver esta amplitud del cementerio nuevo de Guadalix, me vienen a la memoria muchos cementerios pequeños, construidas sus tumbas como una piña, intensamente comprimidas, tan acogedoras y llenas de emotividad. Y pienso, que en este cementerio nuevo sigue habiendo exceso de espacio. Luego, cuando visité el viejo, me di cuenta de la dificultad que tienen allí para moverse en tan poco espacio físico y aquí se han curado en salud.

En definitiva, un breve paseo -25 minutos- y ninguna sensación especial para mencionar. A mí, me hubiese gustado que no fuera tan nuevo, que ya estuviera todo ocupado y haber notado y sentido todo eso que busco -y necesito- en mis visitas. Pero me llevo todo lo que había, todos los pedazos que he encontrado y, cada mirada mía, una cosecha nueva al zurrón de mis recuerdos. Y pese a todo, no me marcho defraudado, claro que no. Lo pensaré y guardaré en mi memoria como hago con todos.

Cierro la puerta al salir y me dirijo rápidamente al viejo.

Todas las fotografías de esta entrada son propiedad de Emetorr1714.
Y si clicáis encima de ellas las veréis ampliadas.